Homenaje a un amigo (María)

Yo no lo conocí a Enrique Pichón Riviére. Pero, les aseguro que conocí a la mejor persona y maestro que se pueda tener:
Rubén. Él me enseñó, desde chica, que hay que luchar por los sueños: que hay que defender la vocación a ultranza, que hay que jugarse por lo que uno quiere en la vida.
Me parece verlo todavía decidiendo qué pullóver ponerse y preguntando mi opinión, cuando paraba en casa. Recuerdo tantas charlas sobre grupos, dinámicas, técnicas. Anécdotas, tenía miles.
Es que Rubén estudió psicología social, se capacitó además en el grupo de EPS (Emergencias Psicosociales) que participó prestando ayuda voluntaria en los atentados de la Embajada de Israel, AMIA y Río Tercero. Él tenía mucha experiencia en grupos y la asistencia de emergencias sociales.
Se fue a Córdoba. No tenía cosas materiales. Pero, se llevó en su valija un montón de sueños.
Dirigió, en la Casa Municipal de la Cultura, grupos de autoayuda. Capacitó a los bomberos para que supieran cómo actuar en la urgencias sociales. Alquiló una casa en Villa María y puso la Escuela de Psicología Social de la Provincia de Córdoba, en donde se dicta la Carrera de Psicología Social. Formó un grupo para asistir ad honorem las emergencias psicosociales que surgieran en esa provincia.
Él siempre me decía que me vaya a trabajar con él, allá, que lo ayudara, pero yo, que tanto lo admiré siempre (estudié psicología social porque quería seguir sus pasos) preferí quedarme en Buenos Aires y hacer mi propia experiencia. Y la estoy haiciendo, como mejor puedo.
La última vez que lo ví a Rubén, no sabía que iba a ser "la última vez" (a menudo en la vida, sucede eso: uno nunca sabe cuándo es la última vez que hace algo). Estaba lleno de energía, me contó sobre su escuela, sus alumnos, un psicodrama que había hecho en uno de los grupos. Estaba conteto, como de costumbre. Cargado de materiales para compartir. Y con proyectos, muchos proyectos.
Hace poquito me enteré que estaba enfermo, y lo llamé a Córdoba: me dijo que se sentía muy mal, que estaba dolorido, grave, que le quedaba poco tiempo. Yo le dije que No, que iba a tener cuerda para rato, que nos íbamos a volver a reunir. Le conté que yo tenía alumnos, que pensaba siempre en él, que era mi modelo, que lo quería mucho...se puso a llorar, dijo que le habían emocionado mis palabras, que le reconfortaba saber, que al morir, dejaba algo tan profundo en alguien. Y lo reté: "¿Morir? ¿Dejar? Basta! No hablés así, que la psicología social necesita mucho de vos todavía!".
Hablamos otras cosas. Nos despedimos. Y hoy supe que esa había sido nuestra última charla: se fue con Pichón, a coordinar grupos en el cielo. Qué lío deben estar haciendo!!!!
Me duele. A quién, que lo haya conocido, no le duele su partida?
Lo voy a extrañar. Pero, esatrá conmigo a dónde vaya: presente en mi corazón y además mezclado en mi E.C.R.O. para que aquellos que no tuvieron la suerte de conocerlo, sepan quién fue, mi querido amigo y colega: Rubén Formia.
22/07/06

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