El verdadero acompañamiento, siempre resulta terapéutico (María)


“La vida de cada hombre, es un camino hacia sí mismo…” (Hermann Hesse)
Acompañar es poner el cuerpo y el espíritu, es andar por la senda del otro para hacerla, también su camino. Es caminar el camino del otro en un tramo de la vida que nos junta y nos vuelve peregrinos en un tiempo y espacio que se confabulan para hacernos “cómplices” de pequeñas conversaciones, que se vuelven profundas y únicas, donde cada paso dado nos acerca y aleja, igual que las palabras.
Escuchar y poner atención a tanta desatención acumulada por años, comprender que a veces no hay nada que decir porque hay mucho que callar. Ser capaz de contener el discurso y los silencios. Dar una mano, un brazo, dar una mirada, hacer lazo con ese otro vulnerable que es espejo, de mi vulnerabilidad.
Acompañar hacia un lado y hacia otro, ir y venir juntos, contener ese desborde, desbordar ese contenido, estar alertas ante los avances y retrocesos en un sendero que es particular en cada uno.
Respirar, aunque sea por unos momentos, con ese aire que el otro respira, adentrarse en cada situación, en cada mundo singular que algo tiene para enseñarnos, y del cual no sabemos lo que vale hasta no compartirlo, es abrirse para soportar , para “otorgar soporte” a seres frágiles y entender que los apoyos psíquicos son importantes para poder fortalecer esa subjetividad que se sigue construyendo, porque lamentablemente ese otro ha sido puesto muchas veces en lugar de objeto.
Ser conciente que una palabra, un gesto, una mirada, un señalamiento, un consejo, un límite o un desinterés, puede fortalecer o debilitar a un sujeto que viene herido, y que tenemos que ampliar nuestro punto de vista y animarnos a salir un poco de nuestra estructura para hacer un “como sí” fuera yo, ese otro al que le hablo, al que miro, al que le pongo límites, etc. Porque solamente es desde la empatía que podremos generar un vínculo positivo con ese sujeto , y aceptarlo incondicionalmente tal como es, por más que no estemos de acuerdo con su actitud o su forma de vivir la vida: “aceptación incondicional“, no significa estar de acuerdo, significa no juzgar. Significa respetar al otro como diferente a mí.
Acompañar es dejarse llevar por el otro, es compartir su camino sin invadirlo, ayudarlo a que conozca y reconozca los peligros que también se encuentran en los senderos de la vida, que sepa que no existe sino un “camino a construir“, que no está dado de antemano, y cual niño que aprende a andar en bicicleta con las rueditas que otorgan seguridad, ir sacando las “rueditas” de la dependencia a nosotros para dar lugar a su propia autonomía y criterio subjetivo. Y es, en todo este sentido, que todo acompañamiento cuando es verdadero, se vuelve terapéutico.

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