9 de septiembre de 2013

El poder en los grupos, pensemos-pensemos (Maria)

Hace tiempo escribi un articulo sobre la circulación del poder en los grupos, hice unas reflexiones sobre los distintos roles que circulan en un grupo, la fantasmàtica grupal que remite siempre a la fantasmàtica familiar. Fui por la cornisa del poder, ya que en los grupos el poder se da de diferentes maneras, el saber también da poder, las simpatías dan poder, etc. La dialéctica  viejo-nuevo da poder. Las fuerzas instituidas son el poder en un grupo, siempre en tensión con las instituyentes...El poder en un grupo lo tiene /n aquel/llos que tienen màs margen de libertad para tomar decisiones. Pensemos en cualquier grupo, organización, institución. Todos están atravesados por lo mismo. Y quiero compartir con uds una reflexión del filòsofo Feinman, que habla sobre la naturalización del poder.

..."el poder consiste en hacerle creer a la población que todo lo que ocurre obedece a un orden, que es el orden natural de las cosas. Quién no ha oído esa frase. El orden natural de las cosas es el fluir de la vida. Las cosas suceden tal como suceden porque ese es su orden, su fluir natural, nadie ha intervenido para que así sea. Pero, si se desea que el mundo se encamine sin desbarrancarse en guerras o enfrentamientos internos, habrá que aceptar ese orden. El orden -en última instancia- del sentido común. La misión del poder es llevar a todos la convicción de que ese orden (que es el suyo, el que expresa sus intereses) es un orden natural. Las cosas ocurren así porque tienen que ocurrir. Cambiarlas sería un desatino, sería interferir el orden de su naturaleza. Se trata de la naturalización del poder. Tornar naturaleza un poder que es fruto de la historia. El poder buscará identificar ese orden (el de la naturaleza de las cosas) con su propio orden, es decir, con sus propios intereses, sus propios valores, sus propias concepciones de todo tipo" ( José Pablo Feinman
Página 12, 20/02/2011
Suplemento "Crítica de la Razón Imperial")
Sumo esta reflexión para que nosotros, desde los grupos en que estemos, nos pensemos en relación al poder, si se ha naturalizado en donde estamos, y si nos gusta ese "orden de cosas" o queremos hacer algo diferente. Se juega el ido y el ente (instituido-instituyente) pero se va màs allà, porque somos parte de esa organización, institución, grupo. Es pensar las cosas desde otro paradigma. Es como si estando en este mundo redondo, uno se atreviera a la posibilidad de pensarlo cuadrado. No hablo del hecho rebelde, hablo de una nueva concepción del grupo en el que estamos, si es que nos interesa, claro...

 

2 de septiembre de 2013

Reflexiones sobre el Asistencialismo (Maria)

A luz de los textos de Iñiguez y Bombarolo -Pauselli , sobre los conceptos vertidos en relación a las políticas de Asistencialismo:
   
Dar el pescado...o enseñar a pescar: el eterno dilema

Iñiguez lo que expone en la entrevista dada a "Desafio Urbano" es que el asistencialismo està desvalorizado, que se lo asocia con lo corrupto pero que en cambio es un sistema que es efectivo, contrariamente a los sistemas promocionales o de microemprendimientos, que fracasan la mayoría de las veces. Dice que hay gente que merece recibir, y que hay que separarla de otra gente a la que si se la ayuda se le fomenta el "vicio"

Las posturas de Iñiguez y Bombarolo/Pauselli, son opuestas, pero en cierta medida en lo que coinciden es en defenderlas según sus estudios y los de otros, como que eso da fe a la hora de fundamentarlas. Por un lado Iñiguez nos cuenta que a través de muchas investigaciones ha quedado demostrado que el asistencialismo es efectivo, que en los microemprendimientos se observa maltrato familiar por las cuestiones intrínsecas a poder hacer viable una empresa aunque sea pequeña. Nos dice que estas politicas de promoción y microemprendimientos, fracasan por la alta competitividad con las pequeñas y medianas empresas. Y que el problema del desempleo pasa porque las empresas absorban a la gente.

Digamos que lo pone en el agente externo. Pero tampoco descarta que se puedan complementar las políticas de promoción y asistencialismo, solo que no le gusta que a la promoción, microemprendiemientos, se lo vea como una panacea, que sola de por si, solucionarà todo.
Lo que se plantea en el texto de Bombarolo /Pauselli, es que el paradigma de la intervención parte de la incapacidad de los afectados para resolver sus propios problemas, y lo problematizan, en relación, a que nos cuentan que no poder resolverlo, no tiene, muchas veces que ver con la incapacidad sino con que la gente sì se da cuenta de su problema y de còmo resolverlos, pero que no tiene los medios. Entonces, el tema sería, proveerlos de medios.
 Los autores marcan al paradigma de la intervención, como un modelo asimétrico de interventor -intervenido, y a la larga, dicen, que lo que se generan (en lugar de espacios de igualdad) son espacios de desigualdad, una especie de "gheto", que se forma, de esta política de tener ropa para pobres, remedios para pobres, etc. entonces la medida no esta puesta en la igualdad, no hay una meta de lograr equidad con la comunidad. En el caso de Iñiguez, esta idea no se desarrolla demasiado, lo que nos dice es esto que mencionè antes sobre que los microemprendimientos fracasan por la competitividad del mercado, pero no nos dice que fracasan porque ellos no sean capaces, o si lo dice, habrá que analizarlo entre líneas.
Similitudes? Creo que las dos partes lo que buscan es un bienestar, intentar contribuir con sus aportes a un modelo de gestion en el campo de las pràcticas sociales, y lo hacen desde su compromiso, investigación y estudio. Lo que se me ocurre pensar es que los extremos nunca son viables, se podrán complementar, evaluando caso por caso, sin generalizar.
Me parece que hay urgencias que no pueden esperar, pero una cosa es un modelo asistencialista sin meta de promoción, de autogestión, y otra es un dar por dar. Cada autor se apasiona en su discurso defendiendo su postura. No creo que haya ni una verdad única, ni una solución única, creo màs bien en el complemento. Pero, sin que ninguna utilice argumentos descalificativos para otra. Sin perder de vista ni ser inocentes en cuanto a los modelos asistencialistas, que poco de democráticos pueden tener, si, como nos dicen los autores Bombarolo y Pauselli, son los que intervienen los que deciden de què forma, còmo, dònde, y sobre una dimensión tan importante como es "lo deseable para una comunidad determinada", sobre quièn decide què es lo deseable...
Maria de las Mercedes Guidobono
Para la Cátedra Gestión I, de la Carrera: Lic. en Dirección de Organizaciones, Universidad Nacional de San Martìn, 2013
BIBLIOGRAFIA
IGUIÑEZ: “Una reivindicación del asistencialismo y una critica a los emprendimientos”,  Revista Desafio Urbano
BOMBAROLO-PAUSELLI: “Paradigma de Intervenciòn”

Artìculo polèmico, para pensar...

"Una reivindicación del asistencialismo y una critica a los emprendimientos"
 
Controvertidos conceptos de un peruano experto en desarrollo humano
El peruano Javier Iguiñiz, un especialista en cuestiones del desarrollo humano, cree que es mezquino cuestionar el asistencialismo y definirlo como un sistema corruptor y, simultáneamente, exhibe su disgusto con la promoción de la microempresa o el “emprendedurismo”, ya que sostiene que la mayoría de los microemprendimientos terminan fracasando.
Está desvalorizado el asistencialismo?. Es lo que cree el peruano Javier Iguiñiz, un estudioso del desarrollo humano que se desempeña como investigador y profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En una nota que concedió al matutino Página/12 luego de participar en el IV Congreso Latinoamericano y del Caribe sobre Desarrollo Humano y del Enfoque de las Capacidades Humanas, realizado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Iguiñiz, que es ingeniero y doctor en Economía, deslizó estas ideas bastante novedosas entre los expertos en políticas sociales:

–En el terreno de las políticas sociales, ¿en qué casos cree que se deberían aplicar políticas de tipo asistencial y en cuáles, políticas integrales? Además, ¿con qué sectores habría que aplicar unas y otras?

–Yo añadiría políticas sociales universales como educación, salud. La que usted señala como integrales supondría conjugar aspectos productivos, mientras que la primera sería la de emergencias. Creo el objetivo debe tender hacia la expansión, solidez de las universales: un buen sistema educativo universal y homogéneo, un buen sistema de salud universal y homogéneo en su calidad, un buen sistema de jubilación universal y homogéneo. En América latina, ni los países del Cono Sur, que en eso están más avanzados, logran esa universalidad, y muchas veces ni siquiera la calidad o la homogeneidad de los servicios que sí proveen. Allí hay una meta obligada. En cuanto al aspecto al que usted apuntaba, quiero señalar dos cosas. Hay una desvalorización de lo asistencial, porque está pensando como que corrompe a la gente, que la hace entrenarse en estirar la mano. Yo estoy muy en contra de esta perspectiva, porque si vemos qué proporción del gasto efectivo familiar se financia “estirando la mano”, es una fracción muy pequeña del sustento familiar. O sea que esas familias igual tienen que trabajar mucho y en malas condiciones. En ese sentido, lo que llamamos asistencia completa más que sustituye. Uno siempre puede sacar casos individuales: el borracho tal o el drogado cual que vive de la limosna estatal y por lo tanto cultiva su propio vicio. Pero ésos no son los casos estadísticamente significativos, se los usa para denigrar el apoyo que mucha gente sana y muy trabajadora merece recibir, pero que es caracterizada como asistencial y corruptor de la fibra moral, del músculo laboralista. Considero que es una forma de expresar la mezquindad de mucha gente y desprestigiar el apoyo que merecen otros.

–A partir de como define las políticas de asistencia directa, ¿qué opina de las políticas integrales?

–A mí me remueve mucha inquietud el significado, casi inverso, de la promoción de la microempresa o el “emprendedurismo”. Se presenta como si eso sí fuera ayudar a la gente a valerse por sí misma y salir de su situación por otros medios, y eso introduce una valoración automáticamente positiva de ese esfuerzo. Pero ese esfuerzo tiene cantidad de crueldad en la cotidianidad de la gente, maltrato familiar y laboral en el esfuerzo por hacer viables actividades “empresariales”. Por lo tanto, tampoco es un sustituto de un apoyo asistencial que permita sobrevivir. En el IV Congreso Latinoamericano y del Caribe sobre Desarrollo Humano y del Enfoque de las Capacidades Humanas, en el que he participado, se ha dicho que aun el pleno empleo en países como los nuestros no permite sostener a la familia y que, por lo tanto, hace falta un complemento que es visto por alguna gente como asistencial.
–¿Ve viable una complementación de estos dos tipos de políticas?

–Hay que complementarlas en los lugares que tiene sentido hacerlo, una inmensa proporción de los microemprendimientos fracasan. Entonces no es una solución. En Estados Unidos sobrevive cerca de un diez por ciento de las pequeñas empresas después de unos cuatro o cinco años. Entonces, el apoyo a la microempresa como política social no puede ser sustituto sino complemento. No quiebran por desidia, incapacidad o vicios personales, sino porque no hay sitio en el Estado y porque la productividad que alcanzan es ínfima para competir con la mediana y gran empresa y con la importación. Por eso creo que el apoyo a la actividad microempresarial debe referirse a situaciones bastante específicas que le den mayor viabilidad.

–En Argentina, muchas veces este apoyo a microemprendimientos tiene un impacto muy positivo a nivel regional o local, sobre todo porque se cubren necesidades (con productos o servicios) que no llegan a esos lugares.

–He conocido casos en los que para promover microempresas hace falta una entrada integral, ya sea mediante compras garantizadas desde el Estado o controles de calidad de los productos, porque tampoco hay que idealizar (respecto de la calidad de los productos). Aunque claro, muchas veces se usa ese pretexto para denigrar este tipo de propuestas y mezquinar recursos. Siempre los argumentos para no ayudar son “muy razonables”, mientras que los argumentos para ayudar suelen ser más discutibles, aparentemente y todo esto entre comillas. Hasta donde hemos llegado con nuestra investigación, ese tipo de proyectos productivos no cambian tanto la vida de la gente. ¿Ayudan? Sí, por lo que creo que hay que seguir haciéndolos. Pero no ubicándolos como la panacea, la solución al problema del empleo.

–¿Y por dónde pasa la solución al problema del empleo?

–Por expandir lo más posible la industria pequeña y mediana, con mínimos niveles de productividad y competitividad. Ellos son los que tienen que ensanchar su campo y absorber gente del mundo de la microempresa, barrios populares y rurales.

MATERIAL DE UNSAM /LICENCIATURA EN DIRECCION DE LAS ORGANIZACIONES
CATEDRA GESTION I/ PROF. HAUTOUCH/ 2013