¿Qué es el Counseling? Por Clr. María Guidobono

¿Qué es el Counseling?



                                               “Sé el arquitecto de tu propio destino” (Carl Rogers)


Por Clr.María de las Mercedes Guidobono
Psicóloga Social - Counselor
mariaguidobono@hotmail.com

I) EPISTEMOLOGIA:

La categoría central del Counseling es la persona y el campo es el de la psicología social, porque nos ocupamos de la persona, y de los fenómenos que le ocurren y que tienen que ver con lo psicosocial.

Es la conducta de la persona la que se manifiesta en lo social, el sentido social compartido, y lo más individual de la persona, se manifestará en el escenario de la consulta como un quiebre de sentido.

Nuestro campo es el de los fenómenos psíquicos, pero los que son de naturaleza afectiva.

El escenario tiene que ver con lo apariencial, con lo fenoménico, con lo que se llama realidad. Una realidad fenoménica, el fenómeno tiene que ver con lo que se nos aparece, con lo que podemos describir imaginariamente: es nuestra cotidianidad, en la cual se despliegan los problemas de cada quien.

Lo primero es que alguien pedirá ayuda porque tiene un problema, porque algo no está funcionando bien, algo que antes funcionaba, y cree que nosotros podemos ayudarlo, porque supone que sabemos lo que le pasa.

Es decir, desde el momento que se produce el pedido de ayuda, se establece ya, una realidad imaginaria que tiene que ver con la idea por parte del consultante de que nosotros sabemos lo que le pasa.

En el escenario del Counseling podemos situar, entonces: a la realidad fenoménica, a una persona (consultante) en relación con otra persona (counselor) cuyo vínculo se establece mediante la palabra; y a esa relación la podemos describir, imaginariamente.

Es muy importante la relación que se establece entre el counselor y el consultante. Ahora bien, he dicho que la palabra es la que media, en esta relación. Y hagamos una distinción importantísima: una cosa es lo que al consultante le pasa y otra muy diferente es lo dice que le pasa.

El fenómeno descriptivo (puerta, por ejemplo) no es el noúmeno (la esencia de la puerta). Son cosas tan diferentes!

Por lo cual, entre lo que uno dice y lo que es, se abre un abismo insondable. La persona que sufre, lo hace en su dimensión individual, dentro de un marco social. Es un tironeo, una desgarradura tremenda.

En lo social hay un sentido compartido, podemos decir, un nombre para cada cosa, una dirección, un rótulo, un significante, pero siempre queda un resto. Resto que tiene que ver precisamente con la diferencia entre el fenómeno descriptivo imaginario y con el nóumeno, el real imposible de acceder.

Ahí tenemos al individuo desgarrado en esa dimensión social, que tiene un sentido compartido, pero que a la vez lo aliena porque cuando algo anda mal, cuando aparece un sufrimiento que es individual, no tiene respuesta.

Lazo social:

El lazo social es un doble movimiento en el cual nosotros somos sujetos pero al mismo tiempo estamos atravesados por el deseo. Sujeto en el que la relación en el vínculo en lo social se juega algo del orden de lo individual.

El doble movimiento es lo social y el lazo social: porque lo social tiene que ver con que es una relación con otro y el lazo que estamos enlazados a través de un vínculo particular que nosotros desconocemos porque es inconciente.

Por lo tanto en el lazo social se juegan dos dimensiones: lo conciente y lo inconciente. Están en contacto con el aspecto individual.

Categorías rogerianas:

Entiendo que la congruencia tal como la planteaba Rogers, es la unión del pensar, sentir y hacer, es una confluencia, una unión de estos tres procesos. Rogers primero lo había puesto del lado del counselor, luego la pone del lado de consultante. A priori podríamos decir que tiene que ver con la coherencia entre pensar, sentir y hacer. Pero si algo he aprendido es que pensar tal coherencia seria una incoherencia. Quién puede ser coherente entre su sentir, pensar y hacer? El loco.

En cuanto a la aceptación “positiva” incondicional, si pongo entre comillas “positiva”, es porque así lo plantea Rogers, pero nosotros reflexionamos y decidimos llamar a esta categoría: “aceptación incondicional”, porque pensamos que, si es aceptación, no puede ser ni “positiva” ni “negativa”, ya que significa aceptar al otro en lo que es, con lo que trae, con lo que dice. No quiere decir estar de acuerdo, ni adherir al pensamiento que trae el consultante, sino respetar al consultante con lo que trae. Esto como consultores es altamente importante, porque respetar al otro sin querer cambiarlo, sin rechazar lo que es, es lo que más beneficiará a nuestro consultante.

La empatía, la “escucha empática”, es muy importante en el rol del counselor: escuchar, pero escuchar vaciándose de contenido, es un esfuerzo tremendo, es “ocupar el lugar del muerto”, diría Lacán, pero estando vivos, para lograr así escuchar lo que el consultante dice. Hay que ser capaz de despojarse como counselor, de los prejuicios, de las comparaciones, en suma: de nuestro narcisismo, porque si nosotros a la par que escuchamos, juzgamos, interpretamos o, tratamos de comprenderlo, incluso, ya dejamos de escuchar al otro, para escucharnos a nosotros mismos.

La tendencia actualizante es, según Rogers: “la capacidad que tiene el ser humano, latente o manifiesta de conocerse a sí mismo y de resolver sus problemas de modo suficiente para lograr la satisfacción y eficacia necesarias a un funcionamiento adecuado”. Lo toma de la biología, como la forma que tiene un organismo vivo de superarse a sí mismo, es decir, opera sólo en la dimensión específica de lo orgánico; pero sabemos que la dimensión del ser humano no es simplemente una cuestión biológica, porque un ser humano no es sólo un organismo vivo, sino que es un ser que se vuelve humano en el proceso de encontrarse con los otros, ser significado por los otros, es decir, ser atravesado por el lenguaje.

Por lo tanto la dimensión humana, tiene que ver con la cultura, con el lenguaje, con el pensamiento, con el trabajo (en donde transforma y es transformado), de los lazos afectivos humanos y también tiene que ver con que es sujeto del deseo, y del amor también. Vemos lo complejo que es un ser humano, que cuando nace un bebé, no puede decirse que sea un humano, sino atraviesa todo este proceso.

No siempre la tendencia será a superarse a sí mismo. Rogers, ya vimos que lo piensa desde la biología, pero pensado como acabo de explicarlo, uno advierte que el ser humano no puede tener una tendencia a superarse como si fuera un destino implícito en su ser orgánico; sino que es un ser muy complejo, y puede tener sentimientos de autodestrucción.

La tendencia actualizante tal como lo plantea Rogers sería directiva en el sentido de que uno como consultante ya tendría la respuesta de que existe esa tendencia a la superación, al equilibrio, pero no es así, en realidad, también hay tendencia al desequilibrio, por eso planteo la diferencia que existe entre ser sólo un organismo viviente y ser, un ser humano.

Como counselor, no puedo dejar de mencionar en el plano teórico, esta categoría de tendencia actualizante, pero sólo para poder definirla y criticarla constructivamente como he dicho, pero sabiendo que lo que debemos tener en cuenta es un concepto freudiano, muy importante y es el de pulsión.

Primero Freud habla de pulsión de vida y de pulsión de muerte, para luego hablar solamente de la pulsión de muerte, diciendo que existe esta sola, y que la muerte implica la vida, que no puede pensarse una sin la otra.

“La pulsión de muerte implica en la vida la muerte, en el malestar el bienestar, en el placer, el displacer”.

Pasemos ahora a explicar la categoría de no directividad, que como ya nos indican los términos, significa no dirigir. Esto que es pensando como una tarea o misión fácil para el counselor, sin embargo es una de las más difíciles de llevar a cabo, porque el consultante tiene que ser llevado por su propio proceso. El mismo proceso le dará la dirección de la cura.

La clave de lo que le pasa está en el consultante, es suyo, es particular, el problema es individual, no es social, pero este individuo está inmerso en la sociedad. Pero si el problema es individual, y está determinado por lo social, lo social determina lo individual. Entonces, hay directividad? Rogers da esa definición y nos deja pensando en esto, pero nosotros sabemos, por lo dicho anteriormente que, no es un asunto de determinismo biológico, y que un ser humano se vuelve humano en un proceso complejo.

Llegamos al punto en donde debemos desarrollar y explicar qué significa sí mismo o mismidad; diremos que tiene que ver con uno mismo y con lo que no cambia, (a diferencia del Yo actualizante que si es cambiante).

El sí mismo tiene dinámicas, variaciones, es lo que me hace sentir que a pesar de que cambie, yo soy yo. No significa que sea inalterable, se configura al nacer. Lo que percibo y lo que vivo tiene que ver conmigo, es la sensación irreductible de ser uno y no otro.

El sí mismo es la experiencia que tiene uno de ser un organismo corpóreo. Si se cambia totalmente esta mismidad, sería la locura, que es la experiencia en donde uno cree que es otro, o que es vivido por otra persona. Como dijimos, a diferencia del Yo Actualizante, que es cambiante y representa la necesidad del individuo de ir redefiniéndose en la vida, de acuerdo a las etapas que vaya atravesando, el sí mismo es una estructura que no cambia.

Más adelante nos vamos a referir al reflejo que es una técnica rogeriana, cuando estemos en el terreno de la práctica del Counseling.


II) PROCEDIMIENTOS:

El Counseling se ocupa de las problemáticas psíquicas que tienen que ver con un problema de naturaleza afectiva, pero el campo de los fenómenos psíquicos es amplio, lo psíquico abarca un campo amplio, dentro del cual encontramos que otras disciplinas como la psicología y el psicoanálisis se ocupan.

Por lo cual el dispositivo procedimental forma parte de un dispositivo universal.

En este punto tengo que mencionar al dispositivo, que es la estructura que está aunque no la veamos, es decir desde el lugar que uno ocupa como counselor, suceden todo tipo de cosas que uno no puede manejar, tiene que ver con el ejercicio de la práctica y lo que ésta dispara.

Quiero destacar la relación, el vínculo, como lo que distingue el procedimiento del Counseling, porque en la relación del counselor y el consultante se actúa el verdadero drama que trae el consultante. La relación posibilita que se despliegue el pequeño uno, que es el consultante en el Uno.

Cuando en la relación el consultante se pregunta “¿Quién soy?”, transfiriéndole la pregunta que lo angustia, al counselor, esta es devuelta (Reflejo) que pueda así producirse una vuelta sobre sí.

En la relación el counselor tiene que desaparecer como sujeto para poder escuchar lo que trae el consultante, y este procedimiento específico del Counseling se distingue de otros procedimientos científicos en el hecho mismo de que el counselor, no puede aparecer en escena y esto posibilita la transferencia y que se instale el Gran Otro.

III) TÉCNICA (PRAXIS):

La técnica en el Counseling tiene que ver con la práctica, con la palabra en acto. Es donde se juega el deseo, por lo cual no es una palabra vacía.

Podemos retomar algo de lo que decíamos en la primer parte del trabajo, y es que desde el escenario de la consulta se dará que el consultante pedirá ayuda, y ya desde ese pedido de ayuda al counselor se instala la fantasía, por parte del consultante, de que el counselor sabe lo que le pasa (al consultante). Empieza allí la función del counselor en la cual se establece el dispositivo en el que está la persona 1: consultante y la persona 2: el counselor, en la cual se establece una relación, un vínculo mediado por la palabra. Es decir que hay uno y hay otro.

Desde la fantasía que tiene el consultante de que el counselor sabe lo que le pasa, lo coloca así en el lugar del Gran Otro (Ley-Normas-Autoridad), como counselors nosotros aceptamos ese lugar de Gran Otro, para que pueda aparecer así el Uno. Estos lugares -el del consultante y el del counselor- están atravesados por el lazo social.

El consultante que viene con su “en sí”, no ha salido de sí todavía, no sabe que sabe lo que le pasa, viene con su discurso, con un sentido social compartido que, le permite al counselor escucharlo, es el “por otro”. Como counselors, dejamos que hable, en el discurso puede aparecer un sinsentido, un quiebre de sentido (lapsus, actos fallidos, repetición insistente de algo, ausencia de algo que emerge, etc.) y en ese quiebre de sentido compartido, propiciado por el dispositivo del counseling, aparece entonces un sentido nuevo, que tiene que ver con lo individual del consultante. Es algo inesperado para el consultante, que se escucha, y que como counselors le devolvemos (técnica de reflejo), y si el consultante puede hacerse responsable de sus dichos, se producirá entonces la vuelta sobre sí, es decir se convertirá en el Uno.

Resumiendo: somos uno, somos uno y otro, somos una relación entre uno y Otro, y finalmente somos Uno.

Esto que podemos resumir así, sin embargo es un proceso muy complejo. En donde se destaca la relación que se establece entre el consultante y counselor, porque esa, son los muchos “Gran Otro” que trae el consultante y transfiere al counselor.

El Grafo del Deseo es un sistema de comunicación avanzado, que postula Lacán, y que viene a auxiliar nuestra práctica, porque nos permite visualizar los matemas ideados por él, que representan los términos utilizados en nuestra praxis.

Por lo cual el Grafo del Deseo se vuelve muy importante para nosotros, ya que lo que hace es mostrar la necesariedad de la fantasía como su realidad fenoménica.

El deseo que motiva a alcanzar su satisfacción, se hace eterno, porque es insatisfecho por estructura, por lo tanto es un tapón de un agujero que impide que nos enfrentemos a la verdad. Aparece como una forma simbólica, y su forma de existencia efectiva es el fantasma, aquel que cada quien construye.

El concepto de transferencia es también muy complejo, pero puedo decir que la transferencia se instala por amor. El clisé, que posibilita la transferencia, se arma a partir de la renuncia de los primeros objetos de amor, de los cuales quedan “arquetipos”, los cuales uno busca sin saber, en otras personas, no cualquier persona, tiene que haber ciertas condiciones, que llamamos “condiciones de amor”; quiere decir (como decía Pichón Riviére) que “todo encuentro es un reencuentro”, porque finalmente vestimos al otro con nuestras propias fantasías.

El counselor aloja al consultante, sostiene el dispositivo, con falta en ser para que advenga un sujeto supuesto saber ($).

La transferencia no es algo propio del Counseling, sino que como vimos se da en toda relación humana. Sin embargo el dispositivo del Counseling, propicia que se establezca la transferencia (aunque puede no darse) y es lo que permite, y ya explicamos el complejo proceso que hace que el pequeño uno se vuelva en el Gran Uno.

Lo humano es a la vez lo social y lo individual, pero habrá algo de lo individual que no podrá ser traducido a la social, no se puede jugar, por decirlo de alguna manera, pero aunque no se juegue en el escenario de lo social, está y va a insistir, porque altera, incomoda, perturba en el mundo de lo social.

Podemos mencionar la técnica del reflejo, que es reflejar, como la palabra lo dice, resumir, parafrasear o acentuar la comunicación manifiesta o implícita del consultante. Es una técnica que también he experienciado en Mediación y he podido comprobar que sirve mucho a fines de mejorar la comunicación y evitar lo más posible los malos entendidos, haciendo que la persona se escuche a través del otro, y se vea reflejado a sí mismo en sus dichos; en el caso del Counseling debe usarse con cuidado y no siempre, y en momentos que el proceso lo requiera. Si el consultante está diciendo algo sobre su malestar, el counselor puede optar por usar esta técnica, que es devolver (como si fuera un espejo) lo que el consultante está trayendo a la consulta, y de esa manera el consultante podrá verse a sí mismo, tomando conciencia de su situación, hecho que puede ayudarlo.

Por lo cual, nosotros como counselors, mediante la atención flotante, vacíos de contenido, en ese vínculo empático establecido entre la persona del consultante y nosotros, mediado por la palabra, tenemos que estar atentos al sinsentido, es decir al sentido que no es compartido por los demás, y que puede emerger en el consultante a modo de acto fallido, sueño, lapsus, etc. Porque esa será la pista de lo particular del individuo, de eso que escapa a lo social, que es siempre un problema de naturaleza afectiva (psíquico) que el consultante está atravesando, por el cual sufre porque lo social ya no le da respuestas, por lo tanto no seremos nosotros quienes le demos una respuesta (porque en realidad, de todas las “respuestas” que le dieron el consultante pudo haber enfermado, no vamos a fomentar eso).

El lazo social es la relación es la mediadora, es decir confronta con aquellas preguntas que trae el consultante, con sus puntos oscuros, con su angustia taponada, con esa grieta entre lo que le pasa y lo que lo social dice que le pasa.

Mapa de la Clínica

El escenario del Counseling, es la Clínica de Grado I, Imaginaria, es, como dijimos lo apariencial, lo fenoménico, en la que se distinguen las modalidades: a) es la conducta: nosotros vemos la conducta de la persona, es decir el fenómeno; la b) es la persona que viene a la consulta y manifiesta esa conducta; como ya hemos visto es el Yo de la persona, la máscara, la apariencia, y tiene que ver con los fenómenos psicosociales; la c) que tiene que ver con la posición subjetiva, que limita en este punto con la Clínica de Grado II, Simbólica (Psicoanálisis), porque toca lo que es el sujeto. Nosotros nos ocupamos de la persona, pero tenemos que ir hacia el sujeto para volver a la conducta. (Vamos de la modalidad a hacia la modalidad c, para volver a la a).

Por lo cual nosotros, como counselors, necesitamos llegar hasta la posición subjetiva para localizarla, pero luego retomamos la conducta y la persona.

Nuestra clínica tiene que ver con el amor, que es lo que se manifiesta en el mundo de lo humano (amor, trabajo, pensamiento, lenguaje) en donde no está comprometido el deseo y el goce (aunque se relacionen con el amor).

Conclusión:

Por lo que hemos visto, el Counseling es una disciplina científica dentro del campo de la psicología, cuya categoría central es la de persona, y su campo es la psicología social. Aborda una parte de los fenómenos psíquicos, aquellos problemas que son de naturaleza afectiva. Quiere decir que se juega lo amoroso, en la Clínica Grado I, aunque el deseo (Clínica Grado II) y el goce (Clínica Grado III) también están presentes.

El dispositivo, matriz simbólica: tiene que ver con el escenario de la consulta, se ubica la persona, que es la que pide ayuda: el consultante; y otra persona, la que recibe el pedido de ayuda, que puede ser o no, una demanda, y esta persona se llama counselor.

El consultante que es el uno, viene con su Yo de apariencia imaginaria, con su saber sabido, con su en sí, (primer movimiento) y coloca al counselor (que es el otro) en el lugar del Gran Otro. Esto se da por la transferencia. El counselor toma ese lugar, y así el consultante vuelca su por otro, es el segundo movimiento: que es su saber no sabido, el cual mediante un proceso complejo mediado por la palabra (sentido compartido) el counselor, estando atento a través de su escucha empática, a percibir en el discurso del consultante, los quiebres de sentido, que son los lapsus, actos fallidos, etc, en donde aparece lo individual, lo propio del consultante, que es aquel problema de naturaleza afectiva, que no encuentra su sentido en lo social (saber insabido)

Podemos decirlo también de otra manera: el consultante se pregunta “¿Quién soy? ¿Qué quiere el otro de mí? Y hace la pregunta al counselor. Los counselors ayudados por el Grafo del Deseo, sabemos que no podemos responder a esa pregunta que en realidad no tiene respuesta. El consultante se empeña en satisfacer un deseo que es insatisfecho por estructura.

Toda esta relación está atravesada por el lazo social, cuyos aspectos son concientes e inconcientes. Mediante la técnica de la escucha y del reflejo, sobre todo, el counselor devuelve aquello que trae el consultante a la consulta, y si éste se hace cargo, se hace responsable de sus dichos, hace un tercer movimiento que es la vuelta sobre si, es decir: se convierte en el Uno con mayúscula, un sujeto capaz de reflexionar y hacerse cargo de su propia conflictiva, destituyendo al saber del Gran Otro.

Al proceso tan complejo que lleva a cabo el consultante podemos exponerlo, describirlo, explicarlo y exponerlo a la luz del Mapa de la Clínica.

El Mapa de la Clínica, específica del Counseling, es la Clínica Grado I, Imaginaria: aborda la conducta y la persona que viene con determinada posición subjetiva, al hallar la localización subjetiva se comienza el proceso, haciendo los tres movimientos que ya hemos visto: el en sí, el por otro y la vuelta sobre sí. Pero el protagonista de tan arduo proceso es el consultante, que puede o no, llegar a hacer todo ese recorrido.

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