Covid-19 (Sobre el texto del filósofo italiano Agamben en "Sopa de Wuhan)
Analizar críticamente un hecho
cuando este mismo está ocurriendo, no es algo fácil de hacer, pero tiene la
ventaja de encontrarnos viviendo una situación en primera persona, sin que
nadie nos la cuente…y exactamente, a la vez: todo lo contrario: recibiendo
permanentemente informaciones, contradictorias, de toda clase al respecto.
¡Bienvenidos al posmodernismo!
El texto de Agamben nos
resultó realmente impactante: a prima facie, él parece “negar” la
realidad de una pandemia, como es el Covid-19. Nos preguntábamos: ¿Cómo es posible que este filósofo tan inteligente
niegue algo que es tan verdadero? Y en esa misma pregunta, habitó, creció casi
sin permiso: el germen de la duda: ¿Y si Agamben tiene razón? Fue cuando nos
sujetamos con fuerza a las estadísticas proporcionadas por él en su escrito:
“El
Covid-19 provoca síntomas leves/moderados es una especie de gripe en el 80% 90%
de los casos. El 10% o 15% desarrollará una neumonía, pero benigna. Y sólo el
4% requieren internación en terapia intensiva”
(Agamben,
La Invención de una epidemia, Sopa de Wuhan)
Creímos en los datos, porque
si “así lo dice la ciencia” (Consejo Nacional de Investigación de Italia).
Entonces nuestra mente se abrió para pensar en otra realidad, muy diferente de
la que veníamos pensando.
Estamos en América, lejos de
todo aquello… pero, compartiendo una misma realidad, la de la “pandemia”, la de
estar obligados por un gobierno a estar dentro de nuestra casa, supuestamente,
para proteger nuestra salud.
Los medios de comunicación a
los que tenemos acceso, nos llenan de informaciones científicas: el virus, la
pandemia, la epidemia, el plasma, la vacuna que no llega y tantos decires que
muchas veces como sociedad nos asustan ¿Tendrá que ver algo, todo “esto”, con
todo “aquello”?
El texto de Agamben no da
lugar a la duda…el filósofo es punzante, nos cuenta que dos factores llevan a
este “invento” de la “epidemia” (no la llama pandemia).
Un factor, según el filósofo,
es que se estaría normalizando el uso, por parte de los gobiernos del llamado:
“Estado de excepción”. Ese formato se sustenta en base a determinados datos
alarmantes que se difunden a través del gobierno y de los medios, supuestamente,
para cuidar la salud de la población. (Habrá notado el lector, la cantidad de
veces que se utiliza el término “supuestamente” es que la caída de los grandes
relatos, que trajo la posmodernidad, nos deja sólo una única certeza: la
muerte).
Lo más interesante, para
reflexionar es que Agamben nos dice que
como ya se agotó el “terrorismo” como forma de generar un “estado de
excepción”, una epidemia, es lo más conveniente para seguir restringiendo
libertades ad infinitum…y sin que la gente se de cuenta de esto.
¿Será esto de esta forma y
así? Otra vez las dudas nos mueven…nos duró poco tiempo la certeza de sus datos
estadísticos…
Es que en esta posmodernidad,
en la que estamos inmersos el tiempo es efímero, como efímeros los datos
estadísticos que cambian a cada rato, porque se modifican o porque
sencillamente entran en contradicción con otros de otras investigaciones.
Agamben menciona un segundo
factor para la invención de una epidemia: es el “miedo”, un miedo que dice, ya
se gestó años antes por la inseguridad, y que encuentra un modo de
satisfacerse, alimentarse, estando protegidos, dentro de las casas. Una
epidemia, que genera el temor a contagiarse de otros, cierra el círculo:
“vicioso” y “perverso” para restringir la libertad en un estado de excepción.
Es en este sentido que
analizar críticamente el texto de Agamben es una construcción (la nuestra), de otra
construcción (la de Agamben) que se sustenta sobre otra construcción (los datos
del CNR) y así…hasta el infinito, no hay tope, no hay medida para la verdad. ¡No
hay verdad!
Si como Nietzsche ha dicho: “Dios
ha muerto y nosotros lo hemos matado” pues también concluimos en esta
modernidad que la verdad ha muerto porque nosotros mismos la hemos matado.
Por lo tanto, leímos el texto
de Agamben lo más críticamente posible y no nos sentimos capaces, (inmersos en
esta posmodernidad) que de hacer otra lectura crítica que no sea, reflexionar a
la luz del pensamiento de Nietzsche: sobre el valor de la “intuición” que es la
que finalmente nos hará tomar partido por una hipótesis u otra (Ya que no hay
verdad! ).
La “intuición”, entendida esta
como: “aquello de lo cual no tengo otra prueba alguna, que yo mismo y lo que yo
percibo frente a un hecho que estoy viviendo, del cual soy protagonista”
En este sentido, es que Agamben se autoriza a
exponer con sus fundamentos, estudios, datos, este escrito que hoy llega a
nosotros, casi, en el mismo momento del acontecer de las cosas.
La posmodernidad no acepta
categorías universales. No hay una sola realidad, sino que cada uno percibirá
(construirá) su realidad, y habrá tantas interpretaciones sobre un hecho como
cantidad de habitantes en el mundo.
Se nos ocurre pensar que cuando este filósofo escribió ese ensayo, las
cifras que se barajaban en Italia no eran las que meses después fueron.
Pensamos que las informaciones que nos llegan desde los medios hablan de muchos
enfermos y gran cantidad de muertos.
A la hora de gestarse ese
libro el Covid-19 no había arribado a nuestro país y tantos otros. ¿Agamben
habrá cambiado de opinión? ¿Tendrá los mismos datos estadísticos el Centro
Nacional de Investigación de Italia?
Los argumentos para creer o no
en una pandemia, o en una “epidemia” como la llama este filósofo ¿Cómo se
sustentan? ¿Cómo se construyen los datos estadísticos?
La sopa no es de Wuhan…la sopa
es el mundo mismo, conviviendo con múltiples miradas, con diferentes
informaciones sobre un mismo hecho, incluso haciéndonos dudar de las cosas que
consideramos “hechos”.
Bibliografía
Agambes, G. (2020). Sopa de
Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia. España.
Editorial ASPO.
Harvey,
D. (1998) La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes
del cambio cultural. Argentina. Amorrortu Editores.
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