Un poco de Winnicott en Kosice

Un poco de “Winnicott” en Kosice

Por Lic. María de las Mercedes Guidobono

 

Para comenzar este ensayo, diré que sería imposible realizarlo si no me hubiera dejado “atrapar” por la magia de Gyula Kosice, más allá de cualquier teorización al respecto: conocerlo, estudiarlo, me hizo “jugar” con sus creaciones, que al internalizarlas se volvieron un poco mías.

 

“El arte es la moneda de lo absoluto”

(Kosice)

 

De esta manera, digo, que pude vivir lo que nos propone el artista, por un lado y Winnicott en: “Realidad y juego”, por el otro.

¿Qué es realidad? ¿Qué es juego? ¿Qué es ese espacio intermedio entre  el mundo interno de un sujeto y la realidad? Lo potencial, la presencia de fenómenos transicionales nos hace habilitar un espacio diferente, que no está ni en el afuera ni en el adentro, pero que a la vez está en los dos espacios y crea otro: el transicional. El Yo-no yo.

Así es como quise adentrarme en: “La Ciudad Hidroespacial” y jugar  a habitar una célula en el espacio, en donde hasta el arte cobra otro sentido, pues ya no lo necesitamos para sobrevivir, sino que es la vida misma acompañándonos desde otra estructura, desde otro paradigma arquitectónico (como nos lo expresa Kosice) y así es, de alguna manera, que también me autoricé a “escribir” jugando un poco con las ideas de Kosice y Winnicott.

 

“¿Para qué, entonces, la pintura, la escultura, en definitiva el objeto, si todo ello ya está contenido en la vivienda ocupando el espacio, el recorrido interno de ese espacio, el volumen, el color, el movimiento?

 

(Kosice, G. Manifiesto de la Ciudad Hidroespacial)

 

Me gusta pensar que cuando el artista nos dice que ya no se trata tanto de conquistar el “espacio”, sino que lo que se conquistará en esa ciudad que él propone, es el “tiempo” y, por otro lado Winnicott nos enseña que el sentido o el sinsentido del vivir (o sea: el tiempo de vida) lo encontrarán  aquellos que puedan ser creativos en sus días, existe un mismo correlato: “conquista tu tiempo para vivirlo creativa y plenamente” Creatividad, entendida no sólo para referirme a una obra de arte exitosa, sino también como la capacidad de crear alternativas, de ponerle “color” a la rutina, de ser capaces de ver más allá de lo propuesto. Ese es el concepto de salud.

 

“Vivir en forma creadora es un estado saludable”

 

(Winnicot, D. Realidad y Juego) 

 

Nos cuenta Kosice, que de niño, le gustaba leer y encontró en Da Vinci su fuente de inspiración para decidir ser un artista, para decidir crear. Un artista que nos muestra con su vida la capacidad de no acatar lo establecido sino de crear un mundo nuevo con el arte.

 

“El acatamiento es un sentimiento de inutilidad en el individuo y se vincula con la idea de que nada importa porque la vida no es digna de ser vivida. Vivir de manera no creadora, atrapados en la creatividad de algún otro o de una máquina, esto sería la enfermedad”

 

(Winnicott, D. Realidad y Juego)

 

¿Sería esto posible si no existiera un espacio creado entre su subjetividad y el mundo exterior? Si el artista o cualquier otra persona no pudieran “habilitarse” para habitar otro lugar que tuviese que ver con esos dos, pero a la vez,  estar en el medio: ¿Podría darse la creación?

La creación no puede darse donde el amor, desde sus orígenes no habilitó un espacio de confianza donde hacer surgir esa potencia que habitará siempre (espacio transicional) para que podamos encontrarle sentido a la vida.

Vivir en la cultura, exige (a criterio de Freud) la renuncia a toda pulsión thanática (agresividad), que será reprimida, pero a la vez, reelaborada en lo que dio en llamar: “sublimación” en donde se fijan otros destinos para la pulsión. 

La creatividad como condición para estar vivo, pero: “vivo” en todo el sentido de la palabra. Permitirnos crear es permitirnos jugar, no importa la edad que tengamos.

Winnicott nos “ruega”, que dejemos “ser” al paciente en el consultorio, que le demos su tiempo, un tiempo para ser creativos. El psicoanalista inglés nos pide que por favor, con nuestras acciones o palabras no coartemos la capacidad creadora de nuestros pacientes. Que el paciente cree, que juegue, que habilitemos como terapeutas, su espacio transicional… que el ambiente sea propicio para ello.   


Kosice nos enseña en sus obras hasta  lo absurdo de que nuestro planeta se llame: “Tierra” y nos deja pensando en el “Planeta Agua” a los que decidimos también jugar con las palabras, porque las palabras estructuran nuestro psiquismo: nos anteceden y nos sobreviven. De esa forma este artista, con sus neologismos, de los que sabe dar cuenta su significado (no aquellos que tienen que ver con 

saltos en la estructura significante y que corresponden a estructuras psicóticas), por ejemplo: “porvenirismo”, nos hace viajar  sin escala a esa Ciudad Hidroespacial.

Aquellos que podemos colorear el mundo exterior, también podemos aceptar los colores con los que pintan su vida los demás y animarnos a crear colores nuevos.

 

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