"Erotomanía de escritor" (Cuento) Por María Guidobono

   Había que pensar un cuento que contara las victorias de tu mente. Esas que sirven de testimonio a grupos que aplauden logros y lloran derrotas. Yo no inventé nada, yo sólo narré lo que sabía, lo que pensaba, lo que parecía…

   A mi nadie me dijo que tenía que decirte lo que pensaba. Por lo cual yo no te lo dije, pero vos lo imaginaste. O imaginé yo, que lo imaginabas. Y en un delirio casi erotomaníaco, dí por cierto que estabas enterado de mis escritos. Que los avalabas.

   Pensé mil veces tus pensamientos, no fue fácil escribir tus victorias en forma casi lírica, ni expresarlas de modo que pudieran ser mínimamente comprendidas. Porque nadie sabe lo que yo sé que sabés, y que vos sabés que yo sé, que también siento que quizás sientas. No sé. A veces dudo sobre porqué lo hacés.

   ¿Qué titulo ponerle al cuento? “¿Secretos sabidos?”  ¿Podía yo misma acusarme y revelar el rol fundamental que tengo en tu vida? No es locura, es sabiduría. Es, pasión, tal vez! Pero no la mía, la tuya.

    Vos te apasionaste por mí y me inclinaste a saber lo que tenía que decir, palabra por palabra, y que después iba a leer en público.

    Nadie imaginaba que lo que yo  sabía era lo que vos sabías, tuve que disimular, simplemente una actuación más de las tantas a que te tengo acostumbrado. Pero esta vez, no era como otras veces: porque se jugaba un premio, el premio al mejor cuento escrito y narrado en primera persona. Y ese premio yo lo perdí toda la vida.

    Había que pensar un cuento, y yo lo escribí! Pero vos lo pensaste en mí, y ahora me querés hacer creer que fue sólo idea mía. ¡Por Dios! ¿Cómo podés negar tus propios pensamientos? Ya no digo “sentimientos”! Bien sabemos ambos que todo el tiempo pensaste en mi, y yo me enfermaba, tratando de no pensar tanto en mí como vos! Porque a eso lo llaman “narcisisimo” si no saben que es un sentimiento que lo sentís vos y me lo trasladás a mi!

    El premio es tuyo, pero no la gloria.

   Porque pude hacerme cargo de escribir lo que en tu vida hubieras escrito, y eso es porque tengo más coraje que vos,  pero también es porque me di cuenta que era la única manera de salvarte. Si vos no te salvás, te salvo yo, que tanto me parezco a vos, pero me diferencio en la seguridad de hacer lo que tengo que hacer.

    Por supuesto: comprendo que no lo comprendas ni vos ni nadie, esto es sólo una misión que tenía y que gracias a vos pude cumplir. Por eso mía es la gloria y tuyo es el premio.

   Aplaudieron de pie la historia!

   Me dijeron otra! Otra!

   Ahí fue cuando vos te creíste perdido, y yo te sentí ganado. Te atrapé en unas cuantas hojas de papel para siempre.

   Perdí toda la vida, pero esta vez gané.

   Mi cuento premiado y lleno de gloria, pertenece ahora al público que lo aclama, lo llena de sentidos y se lo apropia…y sabés qué? Por eso mismo ya no me pertenecen tus sentimientos ni pensamientos, ahora les pertenece a ellos.

   Me liberé de vos, gracias.

   

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