Dislexia: mitos y realidades
- Título
del trabajo: “Dislexia: mitos y realidades”
Por Lic. María de las Mercedes Guidobono
(Septiembre 2021)
- Resumen
La presente investigación tiene como tema principal a la dislexia desde
el enfoque neurobiológico, con los aportes de la Dra. Rufina Pearson, sus
investigaciones, sus mitos; el enfoque constructivista con investigadoras como
Sofía Vernon y Celia Zamudio; y el
enfoque psicologicista de la mano de Beatriz Janín (representante de Forum
Infancias) y otros autores importantes.
- Introducción
El tema de la presente investigación es la dislexia pues, en pleno siglo
XXI sigue generando controversias que se escuchan en los diferentes ámbitos de
investigación.
El propósito de este trabajo es poder conocer los diferentes enfoques
desde los que se la piensa, como así también conocer algunos de los mitos que la rodean.
La dislexia forma parte de lo que hoy se conoce como las “DEA”
(Dificultades Específicas del Aprendizaje) y la detección temprana de
ella, favorece la implementación de un
tratamiento eficaz que ayuda a mejorar la calidad de vida de quién la padece.
En el ámbito escolar, es muy frecuente hoy por hoy, escuchar a docentes diagnosticar dislexia
porque el niño/a tiene algún inconveniente en la lectura o en la manera de
escribir. Son decires que empiezan a circular en ámbitos educativos, muchas
veces sin tanto sustento, y con mucha ignorancia, pero es así como se
construyen perfiles de estudiantes que luego quedan rotulados bajo alguna
condición.
- Marco
teórico
El DSM V define a la dislexia como “una alteración en el área de la
lecto-escritura”, se encuentra dentro de la categoría de los trastornos del
neurodesarrollo y en la subcategoría de los “Trastornos específico del
aprendizaje” (DEA).
A pesar de las numerosas investigaciones sobre la dislexia, el tema sigue
generando controversias hoy en día y se pueden escuchar las mismas bajo
diferentes formas de discurso y esto tiene que ver con los diferentes enfoques
que existen sobre ella.
El enfoque neurobiológico en Argentina, adhiere a lo expuesto en el
manual de psiquiatría y considera que la dislexia es una dificultad puntual,
específica, en la lectura precisa y fluida, en la automatización del proceso
lector. ´
Rufina Pearson, doctora en
psicopedagogía e investigadora de los trastornos específicos del aprendizaje
define a la dislexia no como una enfermedad, sino como un trastorno de tipo
hereditario, al que llama: “condición”.
Según Pearson, con el avance de las neurociencias, existe evidencia
científica que pueden proporcionar los estudios de neuroimagen, a través de los
cuales se puede observar el funcionamiento cerebral de una persona con dislexia
y una que no tiene esa condición. Las neuroimágenes arrojan resultados
evidentes de las zonas de activación cerebral en el sujeto con dislexia.
Desde el enfoque neurobiológico de la dislexia, en nuestro país se ha
batallado contra mitos y creencias sobre la misma, hasta conseguir una ley que
pudiera amparar a los sujetos con este padecimiento. Y es que desde esta
mirada, se considera que la dislexia no
tiene cura, y que por eso necesita un diagnóstico precoz, para su mejor
atención y tratamiento compensatorio, para ello
Estado tiene la obligación de garantizarlo.
En Argentina 1 de
cada 10 personas presenta dislexia. La Ley N°27.306 es la que
garantiza el derecho a la educación de las personas con Dificultades
Específicas de Aprendizaje (DEA), como la dislexia, y , fue reglamentada el 19 de octubre de 2016
La dislexia es una enfermedad? ¿Es un trastorno? ¿No es más que un rótulo
para designar a aquel proceso lecto-escritor que no ocurre de manera habitual
en algún sujeto por falta de apoyo? Estas preguntas resumen algunas de las voces que resuenan por hoy en
la sociedad, específicamente en las escuelas, en los hogares con niños que
atraviesan dificultades en la lecto-escritura.
- Planteo
del problema
En pleno siglo XXI, aún se sigue discutiendo, mediante los diferentes
enfoques (neurobiológico, psicologicista y constructivista) qué es la dislexia: si es un trastorno o una
etiqueta diagnóstica estigmatizante. Muchos mitos se han construido entorno a
la dislexia; el avance de las neurociencias parece ganar posición con la
evidencia científica que proporcionan las neuroimágenes.
En Argentina, la Dra. Rufina Pearson asegura que la dislexia es un
trastorno neurobiológico, hereditario y que su detección precoz es de suma
importancia para su tratamiento, en cambio, otras posiciones, como las
constructivista que creen que el sujeto construye su aprendizaje y que no puede
determinarse una dislexia, y la postura psicologicista, que entre otros
profesionales, defiende Beatriz Janín, aseguran que se trata de un rótulo
estigmatizante que no tiene en cuenta la subjetividad de cada niño.
En el presente trabajo se hará una aproximación al análisis de estas
diferentes posturas, en cuanto a las
realidades y mitos que existen en torno a la dislexia, y que son necesarias de
conocer en el quehacer psicopedagógico.
- Objetivos
-Conocer los diferentes enfoques que existen en nuestro país sobre la
dislexia.
-Reflexionar sobre los mitos y realidades que se generan en torno a la
dislexia
- Hipótesis
La hipótesis de trabajo girará en torno a que el avance de las
neurociencias con sus pruebas de neuroimágenes, y las investigaciones previas
sobre la dislexia han contribuido a considerarla como un trastorno, una
condición neurobiológica que puede ser diagnosticada de manera precoz,
`posibilitando su tratamiento compensatorio; pero, el desconocimiento de los
últimos avances científicos, la falta de información sobre todas estas
cuestiones siguen sosteniendo mitos, muchos de ellos sostenidos en los
diferentes enfoques constructivista y
psicologicista.
·
Desarrollo:
v Enfoque
neurobiológico:
Mitos sobre la dislexia:
Un mito es un relato que intenta dar una explicación cuando no se conoce
con seguridad el origen, la causa de algo. Se entiende que desde la ignorancia sobre muchas cosas, se puedan
generar decires, relatos populares que se transforman en verdaderos mitos, y
son mitos que perduran. Creencias muy arraigadas en la gente.
El profesional psicopedagogo es un investigador nato, no puede, no debe,
no considera realmente “quedarse en lo naturalizado” sino más bien, va por la
pregunta que genera incomodidad, que sale de la zona de confort.
A continuación se mencionarán
algunos de los mitos que existen en torno a la dislexia, expuestos por Pearson:
1)
Yo tuve dislexia de niño: no es en realidad cosa de
niños, sino que es una condición neurobiológica (como se verá más adelante).
2)
No se puede diagnosticar dislexia hasta los 8 años:
acarrea un riesgo tremendo, porque sí, existen indicadores para la detección de
la dislexia a partir de los 4 años. La espera representa una demora en el
tratamiento, y un sufrimiento por años, de quien la padece.
3)
Es cuando confunden la b con la d, o cuando
invierten los números: en parte es cierto, pero no lo es todo, es un grave
reduccionismo que puede llevar a malas interpretaciones. Los errores que se
cometen al leer son “asistemáticos”,
pueden darse errores en otras letras, y otros errores también.
4)
Los disléxicos son zurdos o tienen lateralidad
cruzada: los estudios de neuroimagen
actuales han superado esta creencia. La lateralidad no es determinante, sino
que un 50% puede mostrar zurdera o lateralidad cruzada.
5)
La dislexia es un problema de lenguaje: no
compromete el lenguaje en forma global, sino
sólo algunas áreas.
6)
Son genios intelectualmente: no todas las personas
con dislexia alcanzan la superdotación. Como todas, pueden tener talento y
creatividad.
7)
Son brillantes para las matemáticas: no siempre es
así, de hecho, pueden existir dificultades para el cálculo matemático.
8)
Con la letra mayúscula leen mejor: la letra
mayúscula no favorece la activación de la zona del cerebro vinculada al
reconocimiento de palabras.
9)
Es mejor no enseñar inglés a los alumnos con
dislexia: los estudios realizados en
disléxicos monolingües y bilingües, muestran que estos últimos se ven
beneficiados por la exposición a una segunda lengua. El estar en contacto con
otra fonología y estructura gramatical les brinda herramientas lingüísticas con
las que logran compensar mejor su dificultad.
10)
Es mejor la escolaridad simple turno: si en la
escuela se les brindan las adaptaciones necesarias, pueden cursar doble turno.
La fatiga y el exceso de tarea están dados por una falta de adaptación
metodológica.
11)
Hay más dislexia en la actualidad que en otras
épocas: se cree que está sobre-diagnosticada o que hay más casos, pero la
realidad es que se ha investigado mucho sobre ella al cabo de estos años y hoy
por hoy se sabe cómo reconocerla.
(Pearson, 2017, pp. 16-17)
Se han comentado algunos de los mitos sobre la dislexia, los más
“populares” entre la gente, por así decirlo.
A medida que se avanza más sobre el conocimiento de algo, menos
fantasías se proyectan.
La dislexia es conocida también como “Trastorno de Lectura o Dificultad
Específica en el Aprendizaje de la Lectura” (DEA).
Pearson, (estudiosa del tema) nos aclara que la dislexia no es una enfermedad,
si pensamos la misma como el hecho de tener un rasgo cualitativamente distinto
de la población sana. Pero, lo que sí cree, es que la dislexia es una
“condición”, que en las personas que
tienen esta condición el cerebro se desarrolla de manera diferente, y que
esto absolutamente comprobable por
estudios de neuro-imagen.
En una persona con dislexia hay una activación diferente en las zonas
lectoras. La condición de dislexia, hace que la persona que lo padece tenga
cierta dificultad para algunas tareas y para otras, no.
Además, Pearson agrega, que es un “trastorno”.
“El hecho de que la enseñanza esté basada en el proceso lecto-escrito
condiciona a la persona con dislexia toda su vida escolar, y se denomina
trastorno porque afecta la calidad de vida, el aprendizaje y porque medido por pruebas estandarizadas, el
rendimiento en la habilidad lectora se ubica en el nivel considerado
deficiente.”
(Pearson, 2017, p. 22)
El enfoque neurobiológico da un paso más, y además de llamar a la
dislexia “condición” y “trastorno”, probándolo con evidencia científica basada
en las neuroimágenes, dice también que es “hereditaria”.
Por hereditario, se comprende que determinados rasgos y/o características
se transmiten por información genética de padre a hijo.
Los genes que se cree implicados en la dislexia han sido detectados en
los cromosomas 15 y 6, pero los resultados no son concluyentes.
Según reflexiona Pearson, en la práctica, se puede observar de manera muy
frecuente, que un padre o madre con dislexia, muy probablemente tiene hijos con
la misma condición, es decir que cada hijo tiene un 50% de posibilidades de
presentar el mismo trastorno.
Las cifras a las que arriban, son las siguientes:
·
El 40% de los hermanos de niños disléxicos tienen en
mayor o menor grado, el mismo trastorno.
·
Entre los padres de niños disléxicos la prevalencia
para dicho problema alcanza entre el 27% y el 49%
·
Un niño cuyo padre sea disléxico tiene un riesgo
ocho veces superior al de la población media de padecer este trastorno.
·
Su prevalencia, porcentaje o presencia posible de la
dificultad en la población se estima entre el 5% y 10%, pudiendo alcanzar un
15%
Las causas de la dislexia, están siendo investigadas hace varios años,
mediante pruebas que exploran los procesos cognitivos, y se ha podido demostrar
que:
“las personas con dislexia- sin importar la edad, ni el nivel
intelectual- presentan un déficit en las habilidades del procesamiento
fonológico, lo que impacta en el logo de la fluidez lectora de palabras y
textos, y por esto en la comprensión de lo leído.”
(Pearson, 2017, p. 23)
Todas estas cuestiones son detectables a través del uso de pruebas neurocognitivas
de lectura de pseudopalabras, palabras y textos con límite de tiempo, y con
pruebas de habilidades fonológicas que se relacionan con el proceso lector.
En relación a las evidencias científicas sobre la dislexia, este enfoque
considera que entre las diversas modalidades se distinguen la tomografía por
emisión de positrones (PET, por su sigla en inglés) y la resonancia magnética
funcional (FMRI, por su sigla en inglés), ellas, entre otras, miden cambios en
el cerebro durante el procesamiento cognitivo.
El cerebro tiene dos hemisferios (derecho e izquierdo) y cuenta con áreas
o procesadores que están involucrados en distintas actividades.
“Las personas que tienen un buen rendimiento en la lectura muestran un
patrón de activación en las zonas visuales, las occipitales izquierdas del
cerebro. La zona fonológica se activa frente al inicio del proceso lector o
frente a palabras desconocidas.”
Gráficos:
“Por el contrario, personas con
dislexia activan las mismas áreas del hemisferio derecho y muestran pobre o
baja activación del hemisferio izquierdo en la zona visual o de reconocimiento
de palabras.”
(Pearson, 2017, p. 24)
Estos gráficos demuestran la activación diferente que se vincula con
niveles bajos de lectura en pruebas estandarizadas.
Existen Otro tipo de pruebas que exploran estos procesos cognitivos y de
los cuales se pueden obtener también resultados parecidos, por ejemplo:
estudios pre y pos-intervención en estrategias lectoras, en los que se pueden
registrar cambios importantes en la activación cerebral de las zonas del
hemisferio izquierdo involucradas.
“Los resultados de estos estudios sugieren que, mediante instrucción
específica o explícita, los circuitos neuronales que sustentan la
identificación fluida de palabras en el hemisferio izquierdo pueden ser
activados mediante tratamiento”
(Pearson, 2017, p. 25)
Todas estas conceptualizaciones sobre la dislexia, su enfoque
neurobiológico, la demostración de que sea condición y trastorno, a través de
la evidencia científica que presenta Pearson (entre otros grandes
investigadores) lleva a la pregunta sobre si tiene cura o no la dislexia, o en
todo caso cómo sería su tratamiento, su pronóstico.
Pearson aclara que, al no definir a la dislexia como “enfermedad” tampoco
se puede hablar en sí de una “cura”. Pero, es contundente al respecto, cuando
concluye que es una condición “permanente”, es decir: “crónica”.
“porque la dislexia es una condición permanente, que se aprende a
compensar y a la que, en el mejor de los casos, la persona aprende a sacarle
provecho.”
(Pearson, 2017, p. 28)
De todo lo mencionado hasta aquí, se desprende entonces, la importancia
de la prevención, y sobre todo de un diagnóstico precoz, porque se poseen
indicadores de riesgo sobre la dislexia,
hay que tomar estas señales con toda la responsabilidad profesional que ello
implica.
Estos indicadores, se los puede detectar a los 4 años de edad, con
seguimiento específico desde el jardín hacia los primeros años de escuela
primaria, es muy posible detectar a niños con dislexia y ayudarlos a mejorar su
calidad de vida.
Se ha expresado que la dislexia es una condición, trastorno, hereditario,
neurobiológico, demostrado con evidencia científica surgida por el avance de
las neurociencia, que forma parte de las llamadas: “DEA”, (Dificultad
Específica del Aprendizaje), y que al ser “permanente”, “crónica”, es un
trastorno que el sujeto padecerá de por vida, pero, estas investigaciones han
revelado formas de compensación que son de gran ayuda, que según Pearson
también pueden ser demostradas mediante las neuroimágenes.
El tratamiento debe ser realizado por un profesional en el tema, nos
indica Pearson. Puede ser un psicopedagogo que es quien se ocupa de los temas
relacionados al aprendizaje, pero también existen otros profesionales
capacitados al respecto, que pueden realizarlo (fonoaudiólogos, maestros).
“El beneficio o valor agregado de un psicopedagogo es que su formación se
enfoca en los procesos que inciden en el aprendizaje, en cómo se dan los
aprendizajes, en el desarrollo cognitivo
y en la enseñanza de habilidades específicas.”
(Pearson, 2017, p. 75)
¿Cómo es el tratamiento para la dislexia? Se debe apuntar específicamente
al desarrollo de estrategias lectoras que le permitan alcanzar la lectura
fluida, trazar un plan individual en el desarrollo de estrategias de escritura
y deberá implicar el fortalecimiento de las habilidades fonológicas que se
encuentran comprometidas.
En esta época existen muchas propuestas y recursos para llevar a cabo dicho tratamiento. Cada
profesional deberá optar por el que crea más conveniente, pero, lo que elija
debe estar basado en investigaciones probadas científicamente.
v Enfoque
Constructivista:
La postura constructivista tiene como una de sus referencias teóricas a
la psicogénesis de la lengua escrita, pero también a la investigación
psicolingüística, y a la didácticas como partes que se interrelacionan, se
modifican mutuamente.
¿Qué opina esta corriente de pensamiento sobre la dislexia? Se hace hincapié en que el sujeto construye
el conocimiento de un modo muy particular, con sus propios tiempos y que el
vínculo con el docente es fundamental (además de lo contextual en general).
Zamudio es una lingüista mexicana, hace un aporte sustantivo sobre un
momento clave donde los chicos ya poseen en su haber la escritura alfabética,
observa y registra que tienen muchas “fallas” en las sílabas que no son
consonante vocal.
“En español las sílabas más frecuentes son las directas: TA, LO o SU.
Pero, también hay otras como las sílabas compuestas, como CAN, o las sílabas
complejas, como GRE, en CANGREJO. Cuando los chicos recién escriben
alfabéticamente, suelen poner bien las letras de las otras. Es un momento importantísimo, porque algunos
piensan que esos chicos tienen una dificultad de aprendizaje, se les
diagnostica dislexia.”
(Zamudio, 2021, p. 2)
Es decir, como lo explica esta investigadora, este enfoque naturaliza un
proceso natural de aprendizaje lecto-escritor, conociendo en forma
pormenorizada los problemas que pueden surgir a lo largo de este complejo
proceso. Y dice que hay que conocerlo, porque es parte del proceso. Si no se lo
conoce, se lo estigmatiza y encasilla como un problema externo, como una
enfermedad (dislexia) cuando es intrínseco al aprendizaje mismo.
¿Qué pasa cuando estos problemas subsisten tras el paso de los años, y ya
no es en primer grado, sino en cuarto? La respuesta que se da es que en ese
caso, el problema fue la enseñanza.
“Es un momento importante para la enseñanza porque una cosa es que
escriban así a fines de primero o principios de segundo, y otra cosa es que lo
hagan en cuarto; cuando escriben así en cuarto es realmente un problema de
enseñanza”
(Zamudio, 2021, p. 3)
Es importante entender, que se subraya problema de: “enseñanza”, no
“aprendizaje”. Esto es fundamental entenderlo porque no hace foco en el niño y
su aprendizaje, como algo que falló en lo particular, sino que hace foco en la
enseñanza que este recibió y que evidentemente no fue la más acertada. Pero,
deja también vislumbrar una esperanza: el cambio de enseñanza puede lograr un
aprendizaje.
Se trata de “escribir para avanzar en la escritura”, Vernon, otra
investigadora representante del constructivismo, genera una hipótesis de la
teoría cognitivista sobre la conciencia fonológica. Pone a prueba diseños de
investigación desde la perspectiva psicogenética, logrando creativamente un
diálogo entre ambas teorías.
Vernon logra describir el pasaje del período presilábico al silábico, la
transición a la fonetización de la escritura. Es parte importantísima para
poder comprender los procesos de enseñanza.
“Entendimos que no es que un día un niño no tiene conciencia fonológica y
al otro día sí, sino que tiene respuestas intermedias que dan cuenta de que
allí también hay construcción: cada respuesta supone una aproximación mayor en
el análisis de las unidades que integran una palabra.”
(Vernon, 2021, p. 2)
En lo mencionado anteriormente vemos la forma de superación de estas
dificultades lecto-escritoras: enfrentarse con la escritura es un modo. Porque
de esa manera se la interpreta y se la produce, o trata de producir, lo cual es
importante para aprender a escribir.
“Si quiero que el niño avance, lo tengo que poner a leer ante escritura
genuina.”
(Vernon, 2021, p. 2)
Desde esta teoría se cree que la clave está en la enseñanza de la
lecto-escritura, y en ese sentido son partidarios de favorecer que los niños
puedan nombrar las letras de todas las maneras posibles, y no, enseñarles
solamente a leer “letra por letra”.
Específicamente se menciona el concepto de: “anti-normativa” para el seguimiento, la
enseñanza y la evaluación de los procesos lecto-escritores, lo cual significa
no corregir algo que está mal, sino sumarlo al proceso de construcción de
aprendizaje, investigar porqué el niño puso lo que puso, desasnar su lógica
particular.
“La perspectiva anti-normativa lleva a ponerse en el lugar de quién
escribió, por qué resolvió lo que resolvió, en vez de quien corrige desde la
norma. Primero porque en la escritura no todo ni la mayor parte es normativo,
mucho depende del contexto, de las intenciones, de la circunstancia. Segundo
porque aún ante cuestiones normativas, entender al otro es indispensable para
acercar la enseñanza al aprendizaje, para hacer dialogar la lógica infantil con
la lógica del adulto.”
(González, 2021, p. 5)
v Enfoque
Psicologicista:
Es importante mencionar que
desde el enfoque psicologicista, lo que se quiere es evitar a toda costa la
estigmatización diagnóstica del individuo
que tiene un padecimiento, que
la mirada neurobiológica, considera un “trastorno”, una “condición crónica”,
que: “no tiene cura”, con lo que esto implica para un sujeto.
Al respecto, Beatriz Janin nos dice:
“La dislexia ha vuelto a
escena. La iluminan los focos de una neurociencia que se autoenceguece a fuerza
de prender luces. Sólo así puede entenderse que se acepte y pregone que el 10%
(o incluso hasta el 20%) de los alumnos
padece dislexia. Y que es la principal causa de fracaso escolar. Y que el
problema logrará resolverse a través de un sistema de práctica reiterada de
silabeo que permite asociar sonidos y
fonemas convertido en método (de conciencia fonológica) de abordaje masivo (por
ende, en recurso de política
educativa).”
(Janín, 2017, p. 106)
¿Es que acaso este enfoque
niega el problema que frente a la escritura y la lectura tiene un individuo?
Janín nos explica que el
camino del aprendizaje es muy particular, que esta particularidad tiene sus
modos personales, sus marcas propias que habrá que tomarse el trabajo de
descubrir en cada caso, y lo que le preocupa es la generalización de una
problemática que tiene que ver con procesos únicos.
En ese sentido, el acto
de aprender involucra a muchas
cuestiones que no sólo tienen que ver con el sujeto que aprende, sino que
también está entramado en el contexto social, cultural, epocal; en el vínculo que el docente-alumno
construyen en la mutua representación interna que tiene cada uno del otro; la
familia y el lugar de la familia con respecto al saber también están en juego.
Desde este punto de vista,
la crítica que hacen al enfoque neurobiológico sobre la dislexia, es que
esta, reduce a sólo lo biológico un problema
del aprendizaje, y es peligroso, porque
es volver a lo puramente “biologicista” que era un paradigma ya pasado y
superado.
“En Forum infancias nos
preocupa sobremanera la reducción de esas dificultades a los concomitantes
biológicos de una problemática multidimensional de la escolarización, respecto
de la cual las neurociencias, pueden por supuesto, ofrecer formas de
comprensión enriquecedoras de las dimensiones biológicas en juego en la
constitución de pequeños lectores (no sólo de los cerebros lectores). Pero
estamos ante problemas que involucran la posibilidad de acceso a la cultura
escrita a niños de hoy (no sólo a cerebros de hoy) que llegan a la escuela con
diversas experiencias con la lectura y la escritura, bombardeados de
tecnologías y publicidades.”
(Janin, 2017, p.8)
En ese sentido, se observa
que el enfoque psicologicista no niega el avance de las neurociencias pero,
observa que puede ser peligroso que se ponga la mirada en una “falla genética”
del individuo con dislexia, discapacitándolo sólo a él, invalidando de por
vida.
Se podría agregar si acaso
lo genético es posible de cambiar, por lo cual subyace la idea de un
determinismo que condiciona al individuo impidiéndole construir algo nuevo
fuera de eso a lo que está destinado.
Para este enfoque no está
probado científicamente que la dislexia se pueda corroborar mediante
neuroimágenes.
“Este hecho, algo evidente,
crea a un obstáculo insuperable para nuestro asunto: si lo que se quiere es
evaluar las áreas y funciones cerebrales implicadas en el campo de la lengua
escrita, dichas áreas y funciones deben activarse exactamente en el lenguaje
escrito. Por lo tanto el resultado se verá comprometido en todos los que no
saben leer, independientemente de la causa o motivo. Incluso en aquellos que no
saben leer el texto presentado en el examen sólo porque está escrito en un
idioma que le es desconocido. Entonces,
¿Cómo puede el examen evaluar la presencia de una supuesta enfermedad
neurológica que comprometería este dominio?”
(Moysés- Lima Collares,
2017, p. 98)
El punto sería pensar si la
biología está en contra de la psicología, si esto es un regreso a lo
biologicista, también pareciera que lo es a lo “dualista”. La pelea es: qué
vale más el cuerpo o la psiquis? Pero la realidad es que el ser humano
comprende tanto lo biológico como lo psíquico, es único, indivisible.
En ese sentido yendo a lo
específico psicoanalítico, donde existe una mirada constitutiva del cuerpo como
ese soma que es un relato de la psiquis, se entiende que el ser humano no lo es
hasta que este es “mirado”, introducido al lenguaje por otro, otro que otorga
sentidos (positivos y negativos), e invita a mirarse a sí mismo y a los demás.
Esta concepción deviene en la lógica de “cuerpo significante” que no es lo
mismo que “cuerpo biológico”. Por ende, cuando en psicoanálisis se habla de
cuerpo, se está hablando de este cuerpo, libidinizado o no, investido de afecto
o rechazo, que está atravesado por un discurso (fruto de todo un entramado
socio-cultural-familiar) que no se puede observar en una neuro-imagen, pero es
el cuerpo que principalmente está afectado por el aprendizaje.
“El cuerpo guarda palabras,
Palabras que esperan.
Silencios profundos
abiertos,
Silencios oscuros,
ausencias.
El cuerpo relata la historia
de gestos,
De abrazos y dolores,
Miedo y hambre, `+grito.
Placer y sueño.
El cuerpo es otro y otro,
Muchos y después uno.
Allí está uno, nombrado,
Callado, mirado, sintiendo.
Cuerpo y palabras, palabra y
Abrazo, uno y silencio.”
(Pablo Bindi)
Desde el año 1986 se trabaja
con hipótesis de enfermedades neurológicas relacionadas al aprendizaje en
general. Quiere decir, según esta mirada, que hay un avance sobre lo que ellos
llaman: “patologización” de algunos procesos que son individuales en tiempo y
forma en cada sujeto.
Las leyes al respecto,
pueden favorecer que el Estado se haga cargo del tratamiento de un individuo,
pero asimismo legalizan formas de rotulado diagnóstico para toda la vida. ¿Cómo
crece un individuo que fue diagnosticado
con dislexia y que le dicen que su trastorno es incurable? ¿Cómo será su vida
familiar y escolar? ¿Tendrá ese sujeto motivación por intentar un cambio
positivo en su padecimiento o simplemente se entregará a la sentencia de un
diagnóstico de por vida, por el cual nada puede hacer para cambiar?
“Decir que un niño tiene
dificultades de aprendizaje de por vida es cerrarlo en un dictamen que le
impedirá un mayor despliegue, que lo hará sentir deficitario y que le
condicionará el futuro.”
(Janin, 2017, p. 36)
La mirada psicologicista
hace foco en no estigmatizar al niño desde temprano en su edad, con un
diagnóstico cerrado y predestinado. Cree que el aprendizaje es fundamentalmente
un proceso complejo en el que intervienen muchos actores (no solo el niño/a en
cuestión) y que la escuela es un lugar privilegiado para generar lo necesario
para que pueda darse.
“El aprendizaje forma parte de la vida y es importante que
todos los niños sientan que pueden ir incorporando los contenidos escolares en
el ritmo y con la modalidad que puedan, y que el conocimiento sea un camino
abierto, una aventura placentera. La escuela es un lugar privilegiado para
ayudar a desplegar y sostener el deseo de saber.”
(Janin, 2017, p. 36)
Es importante mencionar, que
el Forum Infancias que responde a este enfoque que se está exponiendo, ante la
sanción de la Ley DEA (Dificultades Específicas del Aprendizaje), elaboró un
documento pronunciando las graves implicancias de la misma:
“Desde el
Forum Infancias pensamos que las dificultades en la lectoescritura son
una resultante situacional que no tienen por qué ser pensadas como un déficit
permanente sino como algo temporario, fruto de una situación multidimensional y
también de malas experiencias en relación al aprendizaje en general.”
(Janín, 2017, p. 41)
Alfonso Moysés y Lima
Collares, aclaran que no es que desde este enfoque se niegue que existan
personas con discapacidades intelectuales, motoras o sensoriales. La cuestión
que está en debate, para ellos es si lo que se llama: “dislexia” es realmente
una enfermedad neurológica o, parte de
un proceso múltiple, como lo es el aprendizaje en su complejidad. Entonces el
riesgo de considerar a un proceso como una enfermedad neurológica, es no sólo
estigmatizar al sujeto que lo está padeciendo, sino limitarlo en su propio
mundo subjetivante e impedirle pensar, accionar, reaccionar, sentir y expresar
sus emociones, de manera libre, tratando de encontrar de esa manera su propia
modalidad de aprendizaje.
“Esta resistencia es
científica. Es ética. Es una defensa a la vida.”
(Moysés –Lima Collares,
2017, p. 100)
La comprensión por parte de
los niños del sistema de escritura involucra un activo proceso de construcción
(Ferreiro, 1979).
La lectura es un proceso de producción de significados
(Smith, 1992)
Se sabe que la producción de
textos es una actividad muy compleja, que involucra muchos aspectos y su
aprendizaje se da tanto dentro como fuera de la institución escolar. Asimismo
no podemos dejar de visualizar el horizonte epocal con el que se convive: las
tecnologías ocupan un lugar protagónico y es imposible negar a estas alturas,
que las características de escritura y lectura se han visto fuertemente
transformadas por este hecho.
v Caso Iván (por Mariana Wassner)
A partir de un relato
clínico, esta psicopedagoga ilustra el tratamiento de un niño con dificultad
lecto-escritora, desde el enfoque psicologicista.
Al momento de la consulta,
Iván cursa sala de 5, en un jardín de infantes común, con el acompañamiento de
una maestra integradora. Ha nacido prematuro, de 27 semanas y 990 gramos de
peso, y tiene un hermano gemelo, que ha nacido con 1.900kg y presenta una
evolución diferente a la de él. Cuenta con un certificado de discapacidad por
diagnóstico de TGD.
En el marco de un
tratamiento psicopedagógico, se acompaña a un niño en su proceso de dificultad
lecto-escritora. Actualmente Iván tiene
6 años y va a primer grado.
En su tratamiento, la
profesional tiene en cuenta desde el enfoque psicologicista, evalúa su
aprendizaje, en el marco de su proceso de constitución subjetiva. Se lo piensa desde la complejidad, no
dicotómicamente. En el jardín se plantea generar acciones que le permitan
aprender no sólo los contenidos escolares sino, el vínculo con los otros.
La profesional psicopedagoga
descubre que el niño muestra curiosidad, y lo motiva entonces a generar la
pregunta. La curiosidad como motor de aprendizaje.
“En este sentido, resulta
obvio que el abordaje de la problemática del aprendizaje, a veces conceptualizada
como na cuestión madurativa, no se circunscribe a los contenidos sino que es
preciso que el niño se apropie intelectualmente de su propias acciones.”
(Wassner, 2017, p. 108)
v Gráficos:
Figura 1: Iván ha comenzado
a escribir fonetizando la escritura, con un trazo lábil pero permanente.
Figura 2: Iván escribe desde
una hipótesis silábico-alfabética, utilizando un repertorio conocido por él.
Se pueden observar letras,
pseudoletras, y no demasiada preocupación por el espacio, sino que las letras
sean preocupación de lo que quiere decir.
El tipo de trazo y su
configuración espacial, como categoría intelectual por un lado y como expresión
de su proceso de constitución subjetiva, por el otro.
Pregunta Iván, cuál es la
“pri” para escribir príncipe y cuando lee nombra sílabas y letras
alternadamente. Por ejemplo, para leer “príncipe” dice: “prin”
Figura 3: Su escritura es
casi alfabética y hace referencia, espontáneamente a un juego que estaba
llevando a cabo con muñecos. Eso habla de un proceso constructivo, sin lugar a
dudas, en el que aparecen privilegiados algunos aspectos de la construcción del
lenguaje escrito, que recoge los intereses del niño y el modo en que construye
representaciones de los mismos, pasibles de ser expresadas en el acto de la
escritura.
Con estos gráficos y
observaciones, se ha querido aproximar concretamente el avance de un niño con
dificultades lecto-escritoras.
“Contextualizar el proceso
de aprendizaje implica no caer en reduccionismos que vapulean el contacto con
los otros. Así, circunscribir la lectura y la escritura a un proceso
neurobiológico genético es quitarle entidad al sujeto que aprende. Pues
aprender supone apropiarse de la novedad otorgándole sentido, a partir de
marcos asimiladores previos que cada sujeto posee.”
(Wassner, 2017, p. 103)
¿Es posible distinguir entre
un individuo con “dislexia” y un “pobre lector”? ¿Se tendría que hacer un tratamiento diferente
entre ambos? ¿Por qué? ¿Bajo qué evidencia con rigor científico se puede
concluir que un sujeto con problemas de aprendizaje en la lectoescritura es un
enfermo neurobiológico? ¿Todo puede comprobarse mediante la neuro-imagen
cerebral?
“Todavía no hay una teoría
del cerebro que explique su funcionamiento general ni sabemos cómo las neuronas
y sus conexiones dan lugar a ese proceso íntimo, personal, subjetivo que es
propio de cada uno de nosotros al experimentar una situación” (Manes)
·
Conclusiones:
Se ha hecho un recorrido por
los diferentes enfoques sobre la dislexia: el neurobiológico, el psicologicista
y el constructivista, asimismo se han mencionado algunos de los mitos que giran
en torno de ella.
La psicopedagogía está
siempre a la vanguardia de los procesos de aprendizajes, modalidades,
tratamientos, no está ajena al avance de las neurociencias. Al conocer estos
avances, las investigaciones, los
estudios sobre neuroimágenes, no se puede retroceder a la pura inocente mirada del mito.
El Siglo XXI pide a gritos
una mirada novedosa, científica, sobre las dificultades de aprendizaje que
otrora eran ignoradas, abandonadas a la suerte de la exclusión escolar.
Al quedarse en la mera
discusión sobre si se estigmatiza o no a un niño por diagnosticarle dislexia,
se pierde de vista también , que el sujeto que padece esta condición también
está estigmatizado por no encontrar respuestas que lo ayuden y que
verdaderamente es peligroso prolongar ese sufrimiento.
Cuando se mencionaron
los enfoques Constructivista y
Psicologicista, se pudieron observar los grandes aportes que tienen estas
corrientes a la hora de pensar las dificultades del proceso lecto-escritor, y
es inevitable pensar, sentir… preguntarse: ¿Por qué tienen que excluirse en un
tratamiento para la dislexia todas estas enormes y riquísimas posibilidades de
enseñanza-aprendizaje? ¿Será posible un trabajo en conjunto? ¿Se podrán evitar
discusiones sobre quién tiene la verdad en este asunto y colaborar mutuamente
para el bienestar de quien padece –llámenlas como las quieran llamar
(enfermedad, trastornos, condición, proceso natural, etc. )?
La respuesta está en cada
profesional psicopedagogo, si es que puede abrirse al trabajo
interdisciplinario, si su deontología profesional lo ubica en el lugar del que
diagnostica y sentencia, o si puede acaso diagnosticar, para ayudar, para
trazar un plan que tenga en cuenta por supuesto, La subjetividad de quien lo
consulta.
El profesional puede valerse
de las neurociencias para objetivar su diagnóstico, no para des-subjetivar a su
paciente, sino para trazar un plan de tratamiento más correctamente, sin perder
de vista que en las neuroimágenes no está todo, que hay un cuerpo significante
que no es el físico, y que lo excede.
Bibliografía
- González,
H. “La alfabetización inicial en la perspectiva constructivista
psicogenética”, www.revistasuteba.org.ar/. 2021
- Janín,
Vasen y Fusca (comps). (2017) Dislexia y dificultades de aprendizaje.
Aportes desde la clínica y la educación. Argentina, Buenos Aires: Forum
infancias
- Pearson,
R. (2017). Dislexia. Una forma diferente de leer. Argentina, Buenos Aires:
Editorial Paidós
·
Universidad Kennedy. Seminario III. Módulos 1 y 2,
2021
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