"La calesita como espacio transicional" María Guidobono

Tema preparado para el Programa de radio "10 in the city", los lunes de 11 a 12 por www.arinfo.com.ar
Conduce Ana Leguisamo Rameu

La calesita como espacio transicional 



Hola, qué tal Ana! Hoy hablaremos sobre “La calesita, como espacio transicional”. Recordemos que, en la oportunidad anterior, hablábamos de la pertenencia barrial, de lo que implica el arraigo y desarraigo a un barrio. Nos escribieron muchos vecinos contándonos sus historias, y desde este espacio los invitamos a que sigan compartiendo sus anécdotas e inquietudes.
Así lo hizo Ricardo de Versalles, quien entre otras cosas nos mencionaba el recuerdo de la calesita, y me decía que se quedó pensando, con el tema de la pertenencia, si es que una calesita puede llegar a representar esa pertenencia para un niño. Así él lo sintió. Ricardo, desde ya, obviamente la calesita forma parte de un folclore particular, y efectivamente, dentro de la pertenencia a un lugar, así como la escuela del barrio, la sociedad de fomento, la parroquia, el club, etc, la calesita también tiene una influencia en el niño y en el adulto, que recuerda con nostalgia esa calesita que tanto tuvo que ver con su niñez. Pensaba en  el tango “Calesita de mi barrio” (Letra de Juan José Otero)

Calesita de mi barrio,
que en mis años de purrete,
eras el mejor juguete,
que me podian brindar,
cuando paso por tu lado,
recordando aquellos tiempos,
no se explicar lo que siento,
pero quisiera llorar. !Calesita de mi barrio!,
espejo de mi alegria,
tavez, el progreso un dia,
te lleve hacia otro rincon,
pero, tenelo por cierto,
que aunque deje de ser chico,
ha de vivir tu organito,
dentro de mi corazón.

Voy recordando esos años,
cuando al salir de la escuela,
dejaba "rango" y "rayuela",
y "vigilante ladron",
para correr presuroso,
hasta el viejo potrerito,
donde vos, con tu organito,
gambeteabas mi ilusión.
Cuantas veces, sn un cobre,
hasta tu lado llegaba,
para ver si me "colaba",
por descuido o por error,
y mordiendome de rabia,
pensaba en los cinco guitas,
que habia gastado en masitas,
talvez el día anterior.
Las veces que proteste,
al viejo calesitero,
!eh!,!diga!, no tan ligero,
asi nadie la va a sacar,
y el viejito ocultando,
su ya clasica sonrisa,
me paraba la sortija,
justo cuando iba a pasar.

Qué emocionante esta letra


Es un tango que nos hace viajar hacia el pasado, a los días de niñez, y a un símbolo de barrio como es la calesita. La ilusión de un niño al ver la calesita, al jugar en ella, no es una simple vuelta, sino una vuelta mágica, llena de fantasías e inocencia.
Nos preguntaba Ricardo, porqué será que estos símbolos tan característicos de los barrios se están perdiendo? ¿Por qué los niños de hoy no cuentan con una calesita en cada barrio? Es verdad, Ricardo, hoy todos los barrios no cuentan con una calesita, sin embargo todavía hay muchas, que gracias a los vecinos, al gobierno de la ciudad se siguen manteniendo como parte de la historia del barrio. Dentro de la comuna 10 las más cercanas las encontramos en  la estación Floresta y en Monte Castro en Jonte al 4700. Si entramos a www.calesitas.com.ar podemos encontrar las ubicaciones de todas las calesitas de Capital Federal, así como también historias pintorezcas.
Como decía el tango: “el progreso” quizás llevó a que muchas calesitas hoy ya no estén. No sé qué progreso es demoler parte de nuestra idiosincracia. Pero bueno, eso es otro tema. Sin embargo, aunque muchas calesitas no estén siempre hay alguien que pasa y comente: “en esta esquina…en este lugar, había una calesita” y son formas de mantener la historia del barrio.
Me parece importante mencionar lo que representa el juego en la constitución psicológica infantil. Un niño que no juega es un niño enfermo. Miren qué importante la valoración del juego en psicología.  Un niño debe jugar, debe poder jugar.
Tomo a Winnicott, que es un psicoanalista inglés, que introdujo la noción de espacio transicional, y el objeto transicional.
Quizás para explicar lo que significaba psicológicamente para un niño de ayer, que no contaba con tantos recursos como los que hoy en día puede tener un niño, dado el avance tecnológico, Internet, la play, los juguetes modernos. Antes, el niño podemos decir que utilizaba muchísimo la creatividad, fabricaba sus propios juguetes, es algo que se sigue dando entre los más pobres, que sin recurso a comprar todo lo que ofrece el mercado no le queda otra que inventar su propio juego.
Ese espacio transicional va a tener que ver con un lugar que no está afuera, y tampoco está adentro, es un yo- no yo, que le permite al niño construirse de manera saludable en una separación de los otros y de sí, para tener un espacio (el transicional) o un objeto, que puede ser: desde un dedo para chuparse, un osito con el que dormirse, un dibujo que hace, una calesita para poder jugar. Perfectamente, la calesita, más que nada en esos tiempos, que como contaba el tango era la única oferta por así decirlo que se ofrecía al niño, despertaba en este, esa necesidad imperiosa de poder jugar en la calesita, donde un mundo representado por el caballito, el auto, los leones, y que demás contaba con el desafío personal de poder agarrar la sortija! Los que hemos podido lugar en la calesita, y ganar la sortija sabemos lo emocionante que era ese logro.
Creo que la niñez,  la de antes ofrecía más posibilidades al niño para que sea creativo, pero esto es algo social,  tenemos que entenderlo así, porque los niños de ahora también tienen esa posibilidad, más allá de las ofertas del mercado de brindar todo dado, si los adultos fomentamos la capacidad creativa en el niño veremos que la inocencia está, la misma que la de los niños de aquel entonces. Porque distingamos: que hoy en día los niños tengan acceso a Internet y medios en general, es decir, que tengan acceso todo el tiempo a la información, no quiere decir que tengan conocimiento y que puedan comprender, razonar, toda esa información. Mucha información no quiere decir que tengan conocimiento. Y los niños se nutren no sólo de lo que viene de lo social, sino también de lo que en la familia se le oferte.
Entonces, comencemos a ofrecer a esos niños, la posibilidad de ser creativos, que creen sus propios juguetes, si es que tienen que preparar un trabajo para la escuela o quieren leer un cuento, enseñémosle la biblioteca del barrio como un lugar de pertenencia en donde puede encontrar gran variedad de libros, y en donde tendrá que usar sus capacidades intelectuales o aprender a usarlas en la búsqueda de lo que quiera hallar.
Me acordaba, preparando este tema, de una vez que de niña pasé delante de una calesita, y no le pedí, por primera vez a mi mamá que me llevara, recuerdo que pensé: “Ahora soy grande, porque ya no pido ir a la calesita”, fíjense la fantasía de un niño por qué lado va, no? La idea de ser adulto relacionado con dejar de ir a la calesita, o de no participar de determinados juegos.  
Pasa muchas veces que no quejamos pensando que hay muchas cosas buenas de nuestra niñez que se perdieron, pero también pasa por los adultos, hacer que estas cosas estén presentes mediante nuestras acciones, en ese sentido,  invitemos a nuestros niños a conocer las calesitas, contémosles las historias que encierran las calesitas. Si lo hacemos le daremos la oportunidad no sólo a ellos de que se diviertan –porque sin duda alguna se van a divertir- sino que también nos daremos la posibilidad a nosotros mismos, de encontrarnos con esa parte de nuestra historia, quizás guardada en un baúl del alma, que tuvo que ver con ese espacio transicional del que nos hablaba Winnicott, que construyó  parte de nuestro psiquismo, que nos hizo pertenecientes a una generación, a un lugar, y que es responsabilidad de cada uno, seguir manteniendo viva.

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