Los vínculos auténticamente constructivos (María Guidobono)

A veces pasa que estamos mal, contamos nuestras penas, y quizás tenemos muchas personas dispuestas a dar consejos, a minimizar o maximizar nuestro problema. Uno puede creer: qué bueno, cuánta gente está a mi lado en este momento de desgracia! y escuchar, aunque no termine de oirse muy bien lo que nos dicen, porque no nos identificamos con el "diagnóstico de situación" que nos hacen.

Por el contrario , también pasa a menudo que al estar tan llagados, tan en carne viva por nuestro dolor, agregamos más sufrimiento al tener que contestar cada opinión, al tener que escuchar cosas que nos dicen que nos hieren más. Pero a pesar de todo, seguimos adelante "cumpliendo" con cada persona, aunque sea en detrimento propio. Y esto es porque nos aferramos a la idea, un tanto culposa, sobre que si la persona escuchó nuestra pena y nos dice algo, por lo menos se ocupó de nosotros, como otros a lo mejor no lo hicieron.

También pasa que cuando nos va bien, esta misma gente tiende a desvanecerse, a no estar con nosotros compartiendo el éxito, a no reir con nuestras alegrías.Siempre tienen excusas, o palabras que nos desprestigian: como si pudieran demoler nuestros logros con una sola frase. Es díficil soportar el éxito de otro, sin sentirse amenazado. Lo que es común, es escuchar una vez más, sus palabras....porque quizás son las únicas que tenemos. Y así, una vez más: le damos autoridad a ese Otro en nuestra vida.

Es el momento en que uno empieza a ceder con uno mismo, a negociar con el dolor a cambio de algún hombro que nos contenga. O alguna palabra que aunque deprimente, por lo menos está, donde no hay otro audio.

El espíritu conciliador nos lleva a veces a sitios donde no quisimos ir, a ponernos en lugares donde no queremos estar, a responder cosas que no queremos decir. Nuestro corazón envuelto en proecupaciones no quiere una más, entonces preferimos dejar pasar infinidad de situaciones, a fin de mantener un "buen clima" familiar, o tener algún "amigo", o no alterar la paz laboral entre "buenos compañeros".

Creo que existe el verdadero amor en la familia, la verdadera amistad, y el buen compañerismo. Pero hay que descubrirlos. La autenticidad surge en la relaciones, si tenemos el coraje de terminar con ciertos "vínculos" que en vez de construirnos nos destruyen. Es doloroso dar ese paso, uno paga con el cuerpo y la mente, muchas veces enferma, otras realmente uno lo pasa mal con úno mismo y con los demás.

Darse cuenta de quiénes nos rodean y con qué intenciones están al lado nuestro, es un proceso largo, difícil, duro: es un aprendizaje. Pero al final, si uno se anima y da ese paso, al quitar energía puesta en esos vínculos destructivos, podemos entregarnos plenamente a otros vínculos: más sanos, productivos, constructivos. No es magia, es un proceso, y como todo proceso, requiere un trabajo de nuestra parte... es tiempo de comenzar a trabajarnos.

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